martes, 25 de noviembre de 2014

Camila

Encontrarás

Lastimosamente te has marchado, sabía que lo harías, sin embargo, algo en mí me hacía pensar que de pronto volverías,  pero, a qué,  para qué te quiero a mi lado si solo te hago daño,  y lo más importante, mi amor se acabo.

Sigo sentada en la cama, llevo ya bastante tiempo así,  de pronto una canción se apodera de mi. 《Que si te vas o si me dejas, voy a volar muy lejos del dolor, que perderte, no te miento, no me cuesta》 nadie me escucha lo sé, pero canto para mi, me levanto de la cama, me aproximó al lugar destinado para los discos de música. Tomo el de Natasha St-Pier y lo pongo, consigo llegar hasta la canción que momentos atrás sonaba en mi cabeza.

Comienza de manera suave, me tumbo en mi cama y mi mirada se pierde en techo, las palabras llegan provocando un reflexivo eco en mi cabeza. 

"...Sé que perdí la razón, fui detrás del corazón, es que a pesar de lo que ame, como jamas había amado, no supe amarte a ti lo sé..."

¿Yo no supe amarte? ¿De verdad soy yo la del problema? me cuestiona la razón,  yo no falle, bueno si, pero después de intentarlo. 

"... Después de mi otra quizás, y como yo solo otra mas, y en el espacio que le cedo, dale mi amor y tiempo nuevo, todo lo que ya no espero..."

De hecho, desde hace ya un tiempo deje de esperar algo de ti, por eso dedique mi tiempo y mis días a líos de faldas, los cuales prometían un sin fin de diversión,  un sin fin de solo sexo, cosas que, hace tiempo no tenía ya contigo.

Sé que en algún punto de la vida serás feliz, y si me pongo agresiva, eso es algo que ya no debe importarme,  se supone que ahora debes detestarme por ser el moustro de mil cabezas que se robo unos años de tu vida, pero al principio las cosas eran muy distintas, siempre yo y solo yo, siempre tu y solo tu, la una buscaba como desesperada a la otra y la otra dejaba planes por hacer tiempo de calidad.

El tiempo, la monotonía y la costumbre nos mato, nos mato tu trabajo, mis ganas nulas, tus múltiples ocupaciones y mis infinitas amigas. Me pregunto si de verdad me amaste, y si lo hiciste por que descuidarme cuando me viste segura a tu lado, ¿qué sentirás? Te conozco y eres fuerte, saldrás de esta con tu trabajo y tu estabilidad intacta, eso admire de ti, tu independencia, tus ganas, tu yo triunfador e inflexible en cuestiones de responsabilidad.

Yo, un desmadre andante, fiestas aquí, fiestas alla, una carrera sin terminar y muchas ganas de hacer algo, pero, jamás supe que renuncié a mi el día que empaque y saque mis cosas de casa de mi padres, me hice responsable, me busque un trabajo que aun cuando es flexible, no me apasiona.

A lo lejos escucho un bep bep, mi celular me alerta, un mensaje ha llegado.

Mensaje de Romina:

¿Tuviste problemas? ¿Todo bien? Amor responde, me estoy preocupando.

Me limito a contestar:

Estoy bien, hablamos luego, dame tiempo. Te amo.

Continuará...


lunes, 24 de noviembre de 2014

Camila

¿ Y ahora, qué harás?


Termino de empacar, en algún punto de esta habitación reposan los recuerdos de este amor, cuantas veces busque refugio entre tus brazos, cuantas noches vele en silencio tu sueño esperando que esa fiebre cesara o simplemente observandote dormir. Te miro, estas sentada dandome la espalda,  no dices nada, supongo que en algún punto de ese egocéntrico corazón hay un poco de dolor. Limpio la lágrima que se ha creado en mi ojo derecho y me decido a dar un ultimo vistazo al que hasta hace un par de horas fue nuestro lugar.

《Me voy, si olvido algo... por favor no lo tires, juntalo en una caja y envía un mensaje... pasaré en cuanto pueda》 digo con la voz notablemente quebrada, asientes con la cabeza, comienzo mi andar hacia la puerta. Por un momento le permito a las dudas albergarse en mi y quiero aferrarme a la idea de que me detendrás. No sucede.

Recorro el pasillo y llego hasta la sala donde los rastros de tus fechorias yacen amontonados sobre el sillón.  Sonrío.  Afirmo nuevamente mis pasos y salgo del departamento, llego a las escaleras, no quiero esperar el elevador así que comienzo un rápido descenso.  Meto mi mano al bolso de la chamarra y me percato que no te he dejado mis copias de las llaves, miro el llavero y separo las llaves cuidadosamente, están todas, la de la puerta del edificio, la pequeña e inútil llave del ascensor,  la llave de la puerta del departamento y la llave del buzón. Lo abro, meto las llaves dentro y lo cierro con un fuerte golpe, me aseguro que no se abra y por fin salgo de ahí.

Levanto la mirada, el cielo aun esta azul, no es tan tarde, sin embargo, la noche no tarda en caer, me dispongo a ir hacia mi auto no sin antes echar un ultimo vistazo sobre mi hombro, creo que las esperanzas de verte tras de mi se marchan definitivamente.

Meto las maletas al auto, coloco la llave y antes de darle vuelta recargo mis dos manos sobre el volante y estas sirven de almohada a mi cabeza, quiero llorar, pero no, no es el lugar ni la hora adecuada, podrías salir y ver que no me he marchado y puedes creer que soy débil,  enciendo el auto, pongo algo de música, enciendo un cigarro y emprendo el camino hacia el lugar que temporalmente será mi nueva morada.

Ya en el hotel pago un mes del servicio, tomo mi llave y me dirijo a la habitación 402. Mi celular comienza a vibrar en la bolsa de mi pantalón,  mi corazón da un salto cuando cree por un instante que es ella. No miro la pantalla, me limito a contestar.

-¿Qué onda mamasita?- grita una voz alegre al otro lado. Es Mariana. Quiere invitarme a tomar un café,  acepto,  le digo el nombre del hotel en el que estoy hospedada,  le cuento a grandes rasgos lo que sucedió y puntualiza el hecho de que no tardara nada.

Calculo que estará aquí en media hora, coloco las maletas sobre la cama y preparo lo necesario para darme un baño rápido.
Continuará...